Mantener un estilo de vida saludable, que incluya actividad física regular y hábitos de alimentación adecuados, es una de las recomendaciones más indicadas por los especialistas para prevenir la obesidad; esta medida abarca una restricción en el consumo de bebidas de alto contenido calórico, como los refrescos azucarados y las bebidas alcohólicas. Como respaldo de esta idea, un estudio llevado a cabo recientemente por un equipo de científicos de la Universidad de Navarra, liderado por Ujué Fresán Salvo, analizó con detalle la influencia de ciertas bebidas en el desarrollo de la obesidad y demostró que sustituyendo un refresco azucarado o una cerveza cada día es posible reducir el riesgo de obesidad en un 15% y un 20%, respectivamente. Información compartida y circulada por la Fundación Torres-Picón.

Esta investigación, presentada en el Congreso Europeo de Obesidad, celebrado en Oporto, Portugal, y que forma parte del proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), se basó en el seguimiento de la evolución de 15.765 adultos, inicialmente no obesos, durante un periodo de ocho años y medio a partir de 1999. En este periodo se analizó el consumo de los participantes de diecisiete tipos de bebidas distintas: leche entera, semidescremada y descremada, batidos, vino tinto, otro tipo de vino, cerveza, licores, refrescos azucarados, refrescos bajos en calorías, café, café descafeinado, jugo natural de naranja, otras frutas en forma natural, jugo envasado, agua del grifo y agua embotellada.
Durante el transcurso del estudio 873 participantes desarrollaron obesidad; en tales casos, se efectuó un análisis para determinar la existencia de una relación entre el incremento de peso en cuatro años y el desarrollo de la obesidad, mediante la sustitución diaria de un vaso de cada una de esas bebidas por un vaso de agua.
“Analizamos cómo hubiera sido la incidencia de la obesidad en el caso de que se hubiera bebido un vaso de agua al día al comienzo del estudio en sustitución de un vaso de cada una de esas 17 bebidas. Observamos que la sustitución de los refrescos azucarados y de la cerveza disminuía el riesgo de desarrollar obesidad en un 15% y 20%, respectivamente”, explicó Fresán Salvo.
Explicó la experta que la principal causa de la obesidad “es el desequilibrio energético, en el que contribuyen estilos de vida inactivos, factores epigenéticos y un consumo de calorías excesivo a través tanto de la comida como de las bebidas. Una alta ingesta de bebidas altas en calorías, como las alcohólicas o los refrescos azucarados, pueden contribuir de manera notable a ganar peso, y el consumo de calorías líquidas provenientes de estas bebidas se ha asociado a menor sensación de saciedad respecto a la comida sólida”.
Con respecto al arraigado consumo de bebidas de alto contenido calórico, señaló que “muchos consumidores de cerveza o refrescos azucarados quizás no estén dispuestos a eliminar totalmente su consumo pero sí a reducirlo”.
Expresó Fresán Salvo que este estudio consiste en un análisis matemático, que debería ser respaldado por un estudio práctico que permita comprobar los resultados obtenidos.
Igualmente hizo énfasis en la urgente necesidad de desarrollar nuevas estrategias para prevenir y combatir la obesidad, cuya prevalencia ha venido alcanzando cifras elevadas alrededor del mundo, convirtiéndose así en una verdadera epidemia, que es además un importante factor de riesgo para numerosas enfermedades potencialmente peligrosas.
Esta información reseñada por agencias internacionales de noticias así como por medios de comunicación, especializados o no, conduce a necesarias reflexiones respecto a nuestro modo de alimentarnos, comenta la Fundación Torres-Picón.
Pedro J. Torres, portavoz y directivo de la fundación, dedicada entre otros objetivos a prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil, plantea la importancia de acudir a chequeos y control con el médico, quien está preparado para diagnosticar y definir la manera correcta de atender cada caso, contando con el concurso de otros profesionales de la salud, dado el carácter multifactorial de la enfermedad.
GF/EDC